Importancia de la formación humanística
En un mundo donde la importancia la tienen la matemática, la ciencia y la tecnología, ¿para qué sirven los estudios humanísticos? Una idea que está muy metida es que lo realmente decisivo y lo único que hace una diferencia dentro de una sociedad es la capacidad tecnológica. Uno llega a pensar esto de una manera tácita. Frente a todo el poder que tiene la tecnología, es fácil que uno se pregunte: ¿Y entonces qué sentido tiene estudiar filosofía o humanidades? ¿Hay un espacio en la vida moderna para leer los clásicos? ¿O deberíamos dedicarnos simplemente a avanzar en las destrezas tecnológicas? ¿Qué papel debería tener esa clase de estudio en nuestra vida?
Cuando no existían los actuales recursos tecnológicos que tenemos nosotros hoy, una cosa que se dio en la antigüedad en Roma, Grecia, India o mundo árabe fue la diferencia entre unas actividades serviles y otras creativas. Hay una diferencia entre la agricultura, ganadería, zapatería, sastrería vs. la persona que hace un poema, escribe un cuento, hace una escultura o la persona que gobierna una ciudad. Se establece esta diferencia porque hay unos trabajos que, por su misma naturaleza, se repiten, es decir, una vez que se ha aprendido lo básico, esa tarea queda hecha, son trabajos mecánicos. Esto los hace importantísimos porque sostienen la vida y cubren las necesidades básicas. En cambio, si una persona quiere escribir libros, por ejemplo, ya no es una tarea mecánica, es necesario usar otros recursos como la imaginación o la observación para conectar cosas que están desconectadas. Después de que las necesidades básicas están satisfechas y de que la vida se ha sustentado, ¿qué sigue? El solo hecho de hacerse esta pregunta ya es algo que podemos considerar típicamente humano. Por tanto, podemos decir que lo propio de los trabajos serviles es una vida constituida por producir, consumir y entretenerse. La pregunta es si nuestra vida es solo esto. Este tema es profundo porque se trata del sentido de la vida, pero tiene una nueva edición en nuestro tiempo. Además de entretenerse, la vida también es para las artes liberales (propias de los libres) que pueden ser clasificadas en siete: el trivium tenía que ver con gramática, dialéctica y retórica, y el quadrivium que tenía más que ver con aritmética, geometría, astronomía y música. En esta reflexión interesa sobre todo el trivium por su relación más próxima a las humanidades:
(1) La gramática es la capacidad de volverse uno dueño del lenguaje. Supone poder entender lo que uno escucha o lee, ver lo que tiene de fuerte y de débil, cuál es su propósito y su alcance. No es simplemente aprender las partes de la frase, sino apropiarse del lenguaje.
(2) La dialéctica es la capacidad de razonar, aprender a discutir, distinguir y tomar una postura y defenderla. Enseña a razonar. Ayuda a distinguir los razonamientos correctos de los sofísticos, engaños o trampas. Educa en el control de las reacciones primarias o puramente emocionales. La verdadera dialéctica, pues, supone un conocimiento profundo de la psicología humana, de sí mismo, de los argumentos, de qué es válido y no, hasta llegar a tomar una opción firme, después de hacer todo un proceso.
(3) La retórica es la capacidad de persuadir, influir en otros y, en el fondo, liderar. Aquel que ha tomado una postura desde su capacidad de argumentación necesita saber cómo llevar esa convicción a otros.
Cuando uno empieza a examinar qué contienen cada una de estas actividades, podemos ver el ideal humanista. El trivium es, en esencia, una escuela de libertad, en lo personal, y una escuela de liderazgo, en cuanto a lo social. Conocer lo que nos precede, tomar una posición respetable y aprender a hacerla llegar a otros. Hay que destacar la importancia que tiene el lenguaje y de que se trata de la formación para la libertad. Por el contrario, cuando eso no existe, lo único que queda es producir, consumir y entretenerse. Si tu vida quiere ser más, necesitas saber sobre lenguaje y persuasión.
Los mayores problemas humanos requieren que combinemos el aprecio por la tecnología con un respeto continuo por aquellos que estudian nuestra condición humana, ya que son estos quienes nos muestran cómo aplicar dicha tecnología y con qué propósito. Si no dejamos a un lado nuestros smartphones y nos permitimos una pausa para leer la gran literatura de Gabriel García Márquez, podríamos encontrarnos tecnológicamente avanzados, pero viviendo en nuestros propios cien años de soledad.
No es tan fácil responder a la pregunta de ¿para qué sirven los estudios humanísticos? porque muchos de nosotros el lenguaje que hemos oído ya desde el instituto es que el cambio en la sociedad lo produce la tecnología, la economía, la empresa, etc. Tengo la esperanza de que lo que este artículo ofrece como respuesta ayude y sirva de discusión para que nosotros miremos las humanidades como parte de un proyecto de vida mucho más allá de un requisito de la secundaria, de aprenderse unas teorías o de responder unos exámenes. Se trata de entrar en contacto con las grandes mentes. Tenemos que ver qué significa entrar en contacto con estas mentes, pero esto tiene que ir acompañado de historia, geografía o literatura.
Desde el CMU Pedralbes, creemos firmemente que el éxito viene de la exposición a una amplia gama de disciplinas. Este conjunto de habilidades complementarias como son la filosofía (estar en contacto con grandes mentes), los idiomas, el pensamiento crítico, la comprensión lectora, el análisis lógico, la argumentación o la comunicación clara y persuasiva son igualmente necesarias en la economía actual impulsada por la tecnología y en la preparación de los estudiantes para la vida laboral.