La post-verdad y sus desafíos para los jóvenes universitarios
Parece que nuestra época prefiere un lenguaje en el que pareciera que no hay verdad. Desde hace un tiempo venimos oyendo la expresión de la «post-verdad» (después de la verdad). No está muy claro qué quiere decir o cómo nos afecta. Creemos que es un tema muy oportuno porque los jóvenes universitarios necesitan una «roca», un «fundamento» o una «firmeza», pero muchos sienten que la «verdad» ya no cabe o ya no aplica. Démosle una mirada al presente, asomémonos a nuestro tiempo y veamos qué es lo que ha sucedido para que muchas personas sientan que el lenguaje de la verdad ya no aplica en nuestro mundo denominado «aldea global»:
(1) Hay una serie de actitudes y expresiones repetidas hoy en día: confusión (hay una especie de «niebla pesada» en la que es muy difícil discernir), incertidumbre, comodidad intelectual (muchas personas simplemente no quieren pensar), falsa tolerancia (mientras no se metan conmigo, que cada uno haga lo que quiera, pero todo nos va a terminar afectando. Únicamente pareciera que hay certeza con los temas tecnológicos o con los de la salud, pero no hay certezas más allá).
(2) Nuestras fuentes de información tienen cada vez menos credibilidad. Los problemas empiezan cuando los medios de comunicación se vuelven empresas. En la medida en que tienen que sobrevivir y tener ganancias empiezan a depender de la gente que va a subsidiar lo que implica esa empresa: socios o publicidad. Los medios tienen afiliación política y responden a intereses transnacionales (Nuevo Orden Mundial, es decir, hay una serie de proyectos y procesos que se están dando al mismo tiempo y quieren que todos pensemos de una misma manera) porque tienen que asegurar su rentabilidad. Hoy la gente no quiere apoyar con dinero a aquello que no corresponde a su ideal político. Los medios nos decepcionan cuando ya sabemos cuál es la línea que lleva. Si tienen esa clase de dependencia económica y política, ¿podemos creerle a la verdad de lo que nos digan?
(3) La verdad está naufragando porque vemos engaños sistemáticos en el mundo de la publicidad (ejemplo: productos adelgazantes o «aprende X en tantos días») que trae una sensación de que todo es mentira. La publicidad se ha convertido en muchos casos en una fábrica de mentiras. Cuando la gente se acostumbra a esto, cuando se presenta la verdad es recibida con oídos cansados y almas incrédulas porque ya están cansados.
(4) Muchas personas creen que la ciencia es el conocimiento firme pero hay contradicciones frecuentes en el ámbito de la ciencia. Por ejemplo, si buscamos en Google «¿la leche es mala para la salud?» habrá contradicciones porque distintos estudios tendrán distintas conclusiones o lo mismo con las teorías respecto al cambio climático. Lo que sucede con eso es que muchas personas creen que no puede haber verdad porque ni siquiera en el ámbito de la ciencia pareciera que la gente no se pusiera de acuerdo.
(5) Se están dando «linchamientos» en redes sociales. Cuando una opinión se vuelve prevalente, si te atreves a escribir algo que no corresponde con la opinión de la mayoría, te linchan. Estos linchamientos producen cobardía porque se sabe que son temas polémicos y difíciles.
(6) Desaparición de la palabra: en la música (aunque hay ejemplos buenos), en las protestas públicas (lo único que interesa es qué tanto daño se puede causar), en las conversaciones con familiares y amigos de la universidad (no interesa conversar, no hay diálogo, estamos perdiendo la capacidad de hablar como parte de la niebla espesa que la trae la idea de que no existe la verdad, lo único que importa es lo que uno piensa).
(7) Auge de la filosofía existencialista aunque muchos no la hayan leído o siquiera conocido. Uno de sus representantes más visibles fue el francés Jean-Paul Sartre. Sartre decía que nosotros no tenemos esencia, sino solamente existencia y que es la existencia la que crea la esencia. Esto traducido significa que no hay que preguntarle a nadie cómo se ha de vivir, solamente se ha de vivir y lo que uno haga eso será lo que uno es, es decir, cada uno «hace» su existencia como quiere. Esto se ha instalado muy fuerte en nuestro tiempo.
(8) Hay un uso selectivo de la «libertad de expresión». La libertad de expresión se considera válida para ofender e inválida para cuestionar. Si la libertad de expresión se aplica cuando se quiere, no se puede creer en la libertad de expresión.
El resumen es que no interesa «la verdad» (en la que ya no se cree) sino «el relato» (lo que yo prefiero pensar, lo que a mí me gusta, lo que va en línea con mis intereses o los de mi grupo o partido).