Las 7 claves del servicio
Hay 7 pasos del servicio:
(1) Observar exteriormente. Lo primero es darse cuenta. Si vivimos en una burbuja de comodidad, donde siempre nos tratamos con las mismas personas, esa burbuja nos vuelve ciegos. Salir de la comodidad y de la zona de confort. De nada sirve que el otro residente quiera ser visible, si estamos encerrados en nuestra comodidad. En Pedralbes llevamos a nuestros residentes a que se asomen a las miserias materiales con el voluntariado en residencias de mayores o en las visitas de pobres. La comisión de solidaridad dirige esta labor.
(2) Conectar interiormente. Saquémonos de la cabeza que los demás son estadísticas. Si no hundimos nuestra mirada en esos ojos que tienen tantas preguntas, todavía no ha empezado el servicio. No podemos rehuir la mirada y aislarnos en nuestra habitación. Se sabe que hemos conectado interiormente cuando sentimos el peso de lo que la otra persona está llevando.
(3) Dejarse interrumpir. Como buenos estudiantes, vivimos muy ocupados, pero el amor nos cambia la agenda. Hay que dejarse interrumpir por la necesidad de otro residente. El que no se deja interrumpir, es idólatra de su propio ego.
(4) Superar las excusas. En el momento en el que tú quieras servir, vienen las excusas como limitar la caridad a la casa, argumentar desde la falta de tiempo, mencionar la inseguridad que implica salir de los espacios y lugares acostumbrados…
(5) ¡Ponerse en marcha! Lo que no existe en tu agenda, no existe en tu vida.
(6) Ser flexibles poniendo en primer lugar no lo que preferimos o nos gusta sino lo que sea necesario en función del bien de aquellos a quienes servimos. El servicio siempre implica ser satélite, no ser estrella. No es para que uno brille sino para que uno ayude. Muchas veces no sirven las mismas recetas, cada persona es distinta. Es importante una actitud de escucha dentro del servicio (qué es lo que realmente necesita este residente, qué es lo que realmente le puede hacer bien…).
(7) Cultivar el amor de gratuidad. El solo amor de transacción no es suficiente y nunca alcanza para los verdaderamente necesitados (un estudiante no tiene con qué retribuir). No busquemos la recompensa. Estemos gozosos también cuando no hay recompensa. Que tu caridad no dependa de la recompensa.