¿Sabes descansar? Algunas propuestas para el verano
Todos necesitamos descansar. Sin embargo, muchas veces confundimos el descanso con el atolondramiento y la inactividad. Este artículo nos invita a reflexionar sobre el verdadero sentido del descanso y cómo aprovechar las vacaciones de verano.
«Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer». (Mc 3, 20-21)
Este pasaje del Evangelio nos muestra cómo, al igual que Jesús y sus discípulos, nosotros también llegamos a momentos del año en los que el cansancio se acumula y apenas tenemos tiempo para nosotros mismos. Finales de junio suelen ser días agotadores, ya sea por el trabajo o los estudios. Estamos a punto de terminar un semestre y nos sentimos abrumados.
La necesidad de descansar
Las vacaciones llegan de repente, y pasamos de un estado de frenesí a no saber qué hacer. Recordemos esos momentos de la infancia, cuando preguntábamos a nuestras madres «¿Qué hago?». Esta sensación de no saber cómo aprovechar el tiempo libre puede persistir en la adultez.
Jesús nos invita a un descanso verdadero:
«Vengan conmigo a un lugar solitario para descansar un poco» (Mc 6,31).
Hasta los últimos tres Papas tenían sus maneras particulares de descansar: Juan Pablo II disfrutaba del deporte y la naturaleza, Benedicto XVI encontraba descanso en la música y la lectura, y el Papa Francisco sugiere apagar el móvil para mirar a los ojos a las personas. Sigamos sus ejemplos este verano.
¿Qué significa descansar?
Descansar no es solo cesar las actividades, sino reflexionar y valorar lo que hemos hecho. En el Génesis, Dios descansó el séptimo día no porque estuviera cansado, sino para contemplar su creación. Así, nosotros también debemos aprovechar este tiempo para reflexionar y asimilar todo lo que hemos hecho durante el curso.
El descanso es esencial para que los logros y aprendizajes se asienten en nuestra mente y alma. Aprovechemos este verano para desarrollar buenos hábitos y acercarnos a Jesús, evitando llegar al final del verano más cansados de lo que empezamos.
Algunas propuestas concretas
El verano puede ser una época peligrosa para aquellos que desean mantenerse en el buen camino, ya que el ocio puede llevarnos a hábitos no saludables:
- Menos móvil y más estar con otros: Aprovechemos el tiempo en familia, jugando, viajando o simplemente compartiendo momentos juntos. Evitemos el egoísmo de aislarnos en nuestras habitaciones.
- Mantener hábitos: Aunque estemos de vacaciones, es bueno mantener una rutina, levantándonos a una hora fija y teniendo un plan de acción para el día a día. Haz una lista de cosas concretas, buenas y provechosas que vas a hacer este verano –incluyendo no hacer nada- y verás como el tiempo pasa volando a tu lado sin tener que recurrir a la pantalla.
- Actividades apostólicas: Dedica tiempo a ayudar a los demás, ya sea en la periferia de tu ciudad o en tu comunidad local. Muchas personas necesitan compañía y apoyo.
- Vida de piedad: No descuides tu vida espiritual. Asiste a misa regularmente, reza el Rosario, y aprovecha cualquier oportunidad para acercarte a Dios.
¿Nos ponemos como tarea aprovechar bien este verano? Que sea una oportunidad para madurar, asentar lo aprendido y crecer espiritualmente.
¡Que disfrutes al máximo de tu descanso!